Sí, también tenemos quejas de los profesionales… y no, no vamos a callarnos…
En Cool Tattoo SL llevamos años escuchando el mantra:
«Es que vosotros solo criticáis a los aprendices ilegales…»
Pues no, queridas y queridos nuestros. Hoy toca demostrar que el látigo (metafórico… aunque a veces dan ganas de que no lo fuera) también azota a los profesionales y estudios. Porque el carnet de “pro” no te exime de hacer las cosas mal.
No queremos ofender a nadie. Bueno, quien se ofenda quizás es porque se da por aludido… Pretendemos hacer este artículo con un tono divertido a la par que crítico… 😉 ¡Vamos allá!
1. El arte de no responder mensajes
Nos encanta ver cómo algunos estudios invierten miles en decoración, compran máquinas de última generación y tintas top… pero contestar un mensaje de Instagram o un email ya es otro nivel de esfuerzo, ¿verdad?
Cliente que pregunta, cliente que queda en visto. Luego se quejan de que se les vacía la agenda. Misterios de la vida.
2. “Lo que no se ve en Instagram, no existe”
Algunos tatuadores parecen pensar que su cuenta de Instagram es como un museo privado: solo entra lo que ellos creen digno. ¿Un lettering pequeño para un cliente? ¿Un tribal que quedó perfecto? ¡Eso no lo suben! Luego se sorprenden cuando los clientes creen que “solo hacen retratos de abuelitas hiperrealistas con lágrimas en 8K”.
3. El estudio más sucio… es el de otro
Cuando hablamos de higiene, muchos profesionales se indignan con los ilegales (y con razón), y las cabinas suelen estar impecables. Pero a veces, la recepción o la zona de espera acumula ese polvo traicionero que aparece de la nada, como si tuviera vida propia. No es grave, pero es curioso ver que la limpieza brilla más donde entra el cliente a tatuarse… y menos donde espera.
4. El mito del “ya me lo pagarán”
Sí, todos tenemos clientes que no vienen. Pero cuando el que falla es el tatuador, a veces desaparece el concepto de profesionalidad. “No he podido venir porque estaba cansado” no es un motivo válido para cancelar una cita. Aunque se lo digas con un emoji de risa.
5. El síndrome de la agenda VIP
Hay quien se cree que porque tatúa bien, puede tratar al cliente como si fuese su fan número uno. Citas que se cambian tres veces, horas de espera de más de una hora, mensajes sin contestar… Y lo mejor: ese toque de “te hago un favor tatuándote”. Spoiler: el favor es mutuo, colega.
En resumen:
No, no solo criticamos a los ilegales. También repartimos a los profesionales cuando se lo ganan a pulso.
Por suerte, estos casos son los menos, pero hemos querido dramatizarlos un poco para que el artículo sea más ameno… y para que nadie se duerma leyendo.
Porque si de verdad queremos que el sector crezca, toca mirarse al espejo y reconocer que no todo lo que brilla es tinta de oro.
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